En el Evangelio de Mateo, capítulo 7, versículos 7-8, Jesús enseña la importancia de la fe y la perseverancia en la oración: «El que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abre». Resalta la necesidad de una verdadera búsqueda espiritual y de confiar en Dios. Sin embargo, hay una advertencia: Dios solo da cosas buenas en respuesta a la oración. Si lo que pedimos no contribuye a nuestro crecimiento personal o espiritual, Dios no lo concederá. En otras palabras, si nuestras peticiones son superficiales, egoístas o provienen de nuestra pereza, no serán atendidas. Por lo tanto, la oración debe ser sincera y buscar nuestro verdadero bien, porque Dios ve más allá de nuestros deseos inmediatos y sabe lo que realmente es bueno para nosotros.
La gran pregunta es: ¿Qué me hace feliz y qué puede traerme las buenas gracias del mundo espiritual?
Estoy convencido de que las respuestas a nuestras preguntas más profundas están al alcance de la mano en todo momento. Sin embargo, como sugiere el texto del Evangelio, obstáculos como el egoísmo y la pereza pueden desviarnos, llevándonos por caminos sinuosos. Es esencial permanecer vigilantes, ya que la verdad a menudo se oculta en los momentos más inesperados.
En las vastas extensiones del Canadá, tuve el privilegio de conocer a un ser excepcional que reconfiguró mi visión de la vida: Michael Zayat. Conocido como «el alquimista esencial», personifica la sabiduría y la transformación, y fue a su lado que recibí mensajes iluminadores para mi viaje interior.
Verdaderamente me di cuenta, en su compañía, que el corazón de mi existencia reside en una verdad simple y profunda: estar constantemente inmerso en la magia del asombro. Cada momento, por fugaz que sea, encierra una belleza y una magia inherentes, listas para ser descubiertas. Al abrazar este asombro en todo momento, vivimos plenamente, conectándonos con la esencia misma de la vida y todo el potencial que ofrece.
La magia, esa energía intangible y poderosa, es lo que hace vibrar cada fibra de mi ser. Es la fuerza que me empuja a maravillarme en los momentos más breves y a desafiar los límites de lo imaginable. Cuando logro compartir esta magia y veo el destello de realización en los ojos de otra persona, es una confirmación de esta profunda vocación. Sin embargo, he tenido momentos de duda, en los que me alejé de mi misión, sintiendo el agotamiento que uno puede experimentar al conducir con el freno de mano puesto. Es imperativo estar plenamente comprometido, ser un actor y no simplemente un espectador en esta búsqueda.
Seguir el flujo de la vida, el flujo divino, tal como lo simboliza el significado sánscrito de «Pravaha», elegido como nombre para la empresa que creé.
Cada vez que estoy inmerso en el asombro, eleva el nivel vibratorio que permite estar en la esencia del ser para la creación y recreación de elixires. Es en esta plenitud, esta total apertura del corazón, donde encuentro una conexión directa con el Universo, un vínculo que trasciende el tiempo y el espacio para unirnos al gran baile cósmico. Todo es posible, todo puede abrirse.
Mantente sintonizado, queridos lectores, porque estoy listo para compartir con ustedes las fascinantes historias de los eventos que surgieron de esta reafirmación, en los próximos episodios. La magia, la gratitud y el asombro continúan, y estoy ansioso de continuar esta aventura juntos.